Y me siento inútil.
¡Ahhhh que
no! Hoy me voy por otro lado.
Inútil ante
las ganas de hacer que mi pueblo cambie.
Inútil ante
no poder darle un giro de 180 grados al pensamiento de las personas que emiten
comentarios sumamente indeseables.
Inútil ante
no poder darle un ‘‘tabanón’’ a esos que siempre andan de mal humor.
Inútil ante
no poder pintarle una sonrisa en la cara a todos… todos los días de su vida.
Inútil ante
no poder gritarle un ‘’¡coñazo!’’ a muchos.
Inútil ante
tener que aguantarme las ganas de pensar, de opinar y de vivir solo porque ‘‘no
es lo correcto’’, porque ‘‘estoy loca’’ o también…
¿Qué nunca
han sido víctimas del ‘‘mi hijo nunca va a hacer eso’’?
Ayy ese
señor padre o señora madre que es religioso, estricto, siempre hace todo lo ‘‘correcto’’,
y digno de ellos, pues, la familia perfecta… en esos casos me he sentido inútil
ante no poder decirle a los señores perfección: ‘‘Querido Don fulano, Querida doña fulana... su hijo es SENDO maricón’’.
Inútil ante
no poder tener una voz, una influencia, un qué decir, un chance, una esperanza,
de que mi opinión como ciudadana sea tomada en cuenta.
Inútil ante
no saber que hacer después que tenga el tan afanado título de ‘‘Licenciada’’.
Inútil de no
poder brindarle seguridad a aquellos que amo, porque ni yo misma la tengo.
Inútil de no
tener valor de salir corriendo.
Inútil de no
poder controlar el miedo que me da, incluso, quedarme.
Inútil ante
tantas vainas que nisiquiera puedo seguir escribiendo que tan inútil me puedo
llegar a sentir.
Pero
sobretodo inútil ante no poder resolver mis mismos problemas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario